martes, 31 de mayo de 2016

la regla fundamental y el conocimiento del mundo, "diga todo cuanto se le pase por la mente"

A medida que pasan los años de vida, de vocación y profesión, confirmo la validez de "la regla fundamental" freudiana. Reafirmo la riqueza que aporta al despliegue de los procesos psi su indicación: "diga todo cuanto se le pase por la mente".

En principio me estimula la idea de una prescripción a ser cumplida, hay un trabajo que hacer. Que además sea fundamental, un básico, le da gran consistencia al asunto. Me encanta proponerla al inicio de los procesos de exploración psíquica, me hace sentir que con mi consultante nos embarcamos juntos en una gran aventura, en la que tenemos mucho por hacer, ver y descubrir. Inspiradora invitación. 
La regla fundamental psicoanalítica
Desafiante y genial la posibilidad que habilita. Principio de apertura a nuevos sentidos.

Y fundamentalmente (y valga la redundancia) que sea en el compartir, en el encuentro.
El que habla y el que escucha y el que dice en el ser escuchado, dinámica esencial entre los seres humanos.  
El terapeuta haciendo a la par su parte, se entrega a la escucha con "atención flotante", complemento directo a la "asociación libre" de quien dice. Comunicación de inconciente a inconciente,
Red, conexión, trama, telepatía, dimensiones sutiles, todo sucede, danzas de sincronías en franca travesía existencial.


Enunciada por Freud allá lejos y hace tiempo, sembrando semillas de grandes conocimientos, "la regla fundamental" abre un portal, una vía directa al conocimiento de lo subjetivo. 

La transcribo textualmente ya que no tiene desperdicio, disfruto y aprendo del sentido de cada oración cada vez que la leo.
Dice así:

"En un aspecto su relato tiene que diferenciarse de una conversación ordinaria. Mientras que en esta usted procura mantener el hilo de la trama mientras expone, y rechaza todas las ocurrencias perturbadoras y pensamientos colaterales, a fin de no irse por las ramas, como suele decirse, aquí debe proceder de otro modo. Usted observará que en el curso de su relato le acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar con ciertas objeciones críticas. Tendrá la tentación de decirse: esto o estotro no viene al caso, o no tiene ninguna importancia, o es disparatado y por ende no hace falta decirlo. Nunca ceda usted a esa crítica; dígalo a pesar de ella, y aun justamente por haber registrado una repugnancia a hacerlo. Más adelante sabrá y comprenderá usted la razón de este precepto - el único en verdad, a que debe obedecer -: Diga, pues todo cuanto se le pase por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo, un viajero sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo cómo cambia el paisaje ante su vista. Por último, no olvide nunca que ha prometido absoluta sinceridad, y nunca omita algo so pretexto de que por alguna razón le resulta desagradable comunicarlo"

Yendo por más: apliquemos la regla fundamental y conozcamos el mundo!
Vamos hacia donde nos lleve nuestra próxima asociación libre, 
sin críticas, sin prejuicios, con confianza, más allá de la razón. 
Observando y compartiendo.
Somos El Mundo.

martes, 3 de mayo de 2016

Hacer terapia es viajar por uno mismo...

Si sos muy aventurero avanzás por lugares peligrosos, si sos valiente te metés un poco más. Si estás cansado hacés un plan más relajado. 

Hay viajes que sirven para tomar fuerzas, para verse a uno mismo desde otra perspectiva, en otro lugar, con otra gente. A veces llegás a lugares que no conocías y querés quedarte más tiempo del que habías planeado, 
otras veces te querés ir rápido sin mirar demasiado.

Viajar por uno mismo sirve para despertar aspectos dormidos, conocerse mejor, iluminar zonas oscuras.

En el mejor de los casos la experiencia de intimidad en el vínculo terapéutico habilita un volver a nacer, propone un nuevo hábitat afectivo 
con el plus de lo ya vivido.

Hacer terapia es darse la posibilidad de volver a empezar, de dar otros pasos, de descubrir nuevos caminos.